sábado, 16 de enero de 2016

¡Hola chicos! Aquí tienen capi 48 lleno de emoción para ustedes. Con el cariño de siempre.
Se me ha ocurrido una idea... Como siempre escribo y escucho canciones, algunas me recuerdan el amor de varias parejas protagonistas de los Craig, pensé que quizás a ustedes alguna canción sientan que refleja alguna parte de la historia. ¿Se animan a mencionarme alguna?
Por lo pronto "Entre el poder y la pasión" de Phil Collins me recuerda a Lenya y Liz. Tengan absoluta libertad para contarme que piensan y si se les ocurre alguna canción.
Los dejo con el capi y una imagen de mi querido Vikingo, para ti Anabel, lo prometido.






Capítulo 48

Charla íntima.

 

Rodion.

 


De pie, frente al quirófano vacío, las piernas me temblaron. Sara no estaba allí. Mi mano se apoyó en la pared de azulejos blancos y mi corazón dio un vuelco. Había llegado tarde. Al principio cuando cogí el último pasillo una enfermera me había informado que una señorita de las características de Sara había abandonado el lugar hacía más de veinte minutos. En el otro quirófano un cirujano operaba a un hombre con un mal congénito del corazón. No había posibilidad que ella estuviera allí.

Me sentía mareado por el olor penetrante del desinfectante. Agotado por la carrera. Desorientado por no saber qué hacer después de haber intentado todo. Sentirme un inútil era poco. El sentimiento de culpa por un lado de no haber logrado salvar a mi bebé. La vergüenza de enfrentarme a Sara y decirle que lo lamentaba. Que mi error había sido no actuar en el momento justo. No sólo en correr hasta aquí sino en no hablar claramente mis sentimientos.

¿Y ahora? ¿Ahora, qué hacer? ¿Vivir con ello? No podía imaginármelo. Cada vez que vería un bebé en brazos de una madre o un niño jugando en una plaza me diría a mí mismo, “perdón… te quité la posibilidad de vivir, querido hijo. Ya no podrás reír y disfrutar las bellas cosas de la vida, que son muchas, aunque haya sinsabores. Eso que yo conocía bastante si de sinsabores se trataba. La vida valía la pena vivirla.

Para un hombre, macho, o vampiro común, la noticia de ser padre me desmoronó al principio. Lo primero que pensé, ¿qué tendré para darte hijo mío? Nada… Sólo mi dignidad y un pasado doloroso. Después, el miedo dio lugar a la ternura, al amor. Sí porque aunque fuera por poco tiempo amé ese bebé por venir.

Los ojos se nublaron por las lágrimas y recosté la espalda a la pared mientras percibía ese silencio del quirófano que entraba por cada poro y desgarraba mi corazón. No había llegado a tiempo…

-¿Disculpe?

La voz masculina me sobresaltó. Tan sumido estaba en mis tristes pensamientos que no me percaté de la presencia humana.

-No puede estar aquí. Es área restringida.

-Lo siento –murmuré–, me retiro ya mismo.

Cuando salí a la calle el cielo descargaba su furia por medio de una lluvia torrencial. Los desagües de las esquinas parecían no dar a vasto y recordé la inundación trágica. De verdad no importaba en este instante si la corriente me arrastraba hasta el Mar de Barents. No… Primero debía enfrentarme a Sara. Yo no era cobarde…

En mi cerebro, la voz de Halldora pidiendo auxilió me estremeció… Lenya mucho tiempo me había acusado de no querer salvarla. Después, se arrepintió. Sin embargo, ¿mi muchacho se había arrepentido porque ya no deseaba dañar a nadie? ¿O en realidad yo había actuado cobardemente?

El pecho me dolió de sólo pensarlo. Era eso… Sí… ese fantasma de la conciencia que me perturbaba y repetía en mi mente cuando estaba en soledad. ¿Podría haber hecho algo contra ese lobo siendo yo un simple humano? Aquello que la atacó, ¿era un lobo? Nunca lo supimos. Nunca… Porque yo no había podido entrar a la casa y salvarla.

Apreté mis párpados con fuerza mientras el agua caía sobre mi cuerpo. Parado, inmóvil en la acera, recé como tantas veces que había creído en un Dios. “Por favor, Señor, haz que olvide ese horror”.

-Oiga, ¿quiere moverse del medio?

Un transeúnte que intentaba seguir camino protestó cubriéndose con el paragua.

-Perdón –murmuré, y comencé a caminar casi sin rumbo.

Perdón… Palabra que había usado tanto en mi vida.

Perdón a mis maestros cuando me costaba aprender las aritméticas y lecciones. Sí, nunca fui brillante… Perdón a mi hermano cuando me reprochó que el negocio iba mal por mi culpa. Perdón a cada uno que llevaba por delante por ser tan torpe. Perdón a Lenya por no salvar a su madre. Perdón a Halldora por no morir por ella. Perdón a Sara por no reaccionar como debía y comportarme correctamente. Perdón a mi hijo… Por no salvarlo.

El móvil de mi bolsillo vibró.

Tantee mis pantalones que chorreaban agua y avancé hacia un techo de un kiosco. Mi teléfono estaba húmedo pero gracias al doble forro de los bolsillos aún funcionaba. Pasé la palma de mi mano derecha por la superficie de la tela interna de mi chaqueta y a duras penas atendí.

Sara no tenía móvil… Quizás eso hubiera hecho más fácil las cosas.

-Ho… Hola. ¿Quién habla?

“¿Quién habla? ¿No me tienes agendado, cabrón?”

Sonreí a pesar de todo.

-Lenya.

“¿Dónde estás?”

-Ehm…

“¿Ehm? ¿Es un lugar?”

Suspiré.

-Supongo que ya sabes todo. Así que… Estoy a unos metros del hospital de Kirkenes.

“¿Con Sara?”

-No… Legué tarde.

Tragué saliva.

-¿Quién te contó todo? –pregunté.

Silencio…

-Lenya, ¿quién te contó?

“Douglas me llamó”.

-Ah... No hacía falta.

-Hizo bien. ¿Cómo estás?

Su pregunta no sonó tierna. Lo conocía como la palma de mi mano. Había un reproche hacia Sara. Pero no quería lograr el enfado de Lenya contra ella. Después de todo ella tenía su derecho de no desear criar sola a su bebé, al menos eso fue lo que interpretó.

-Estoy bien –carraspee.

Bufó a través del teléfono.

-¿Me tomas por un tonto desconocido?

-Okay… ¿La verdad?

-A mí, siempre.

-Me siento un fracasado. Intenté salvar a mi hijo y llegué tarde. Siento… Que el mundo se hunde a mis pies. Y… Siempre llegó tarde… Tú sabes.

Sentí que respiraba hondo.

“Escucha Rodion. Muchos años te he hecho daño echándote la culpa por algo que no pudiste manejar. Te he pedido perdón, lo vuelvo a hacer. Quítame la angustia de saber que te he arruinado buena parte de tu existencia.”

-No hablemos de ello. Saldré de esto, te lo prometo. No quiero que te preocupes y menos lejos de aquí. Dime… ¿Tú estás bien?

“Estoy bien.”

-¿En qué andas?

Suspiró.

“No se trata de mí en este momento. Pero nada… Aquí en Kaliningrado en un laboratorio que tiene Natasha. Es… Muy grande y está muy bien equipado. Trabajan para ella tres científicos.”

-Guau… ¿Estás orgulloso de tu chica?

Silencio…

“Lo estoy”.

Arquee la ceja.

-¿Estás enamorado de ella?

“¿La verdad?

Sonreí.

-A mí, siempre.

Silencio…

“Amaré a Liz hasta el último día en esta tierra.”

Su confesión me dolió por él. Aunque ya lo imaginaba.

-Si pudiera ayudarte…

“Olvídalo. No pienso acercarme más a ella. Ya la he hecho sufrir bastante. Y con lo de su… Deja… Las cosas están en su lugar.

Un trueno interrumpió los sonidos de la ciudad y creo que sentí a los humanos sobrecogerse. Por segundos las personas que corrían de un lado a otro se detuvieron. No se sabía que traía la tormenta a Kirkenes. Si sólo un descanso del sol y el calor veraniego o el caos como hace meses atrás.

“Rodion, hablaré con la familia para que te apoye y no andes solo por ahí dando vueltas.

-¡Lenya que no soy un tonto! No alteres al resto. Puedo solo.

“No me des órdenes Rodion, sabes que me pone de mal humor.

Sonreí con tristeza.

De pronto, la vi…

-Lenya, debo cortar. Sara está en la parada de taxis.

“¿Qué hace fuera del hospital después de un aborto?”

-Debo cortar, adiós.

Guardé el móvil y bajo la lluvia que había aminorado un poco después del trueno, crucé la calle con el corazón en la boca.

Ella estaba de pie mirando hacia el piso de baldosas húmedas, con el cabello azabache recogido. En el hombro llevaba su bolso claro y una de sus manos estaba apoyada en su vientre. Su vaporoso vestido celeste combinaba con sus zapatos bajos color tiza.

Me detuve…

¿Y si Sara no lo había hecho?

Tragué saliva. Observé las cinco personas que estaban en la fila aguardando un coche. Tres, delante de ella. No parecía empapada. A lo mejor no la había sorprendido la tormenta fuera del techo de la parada. Parecía que había mucha espera.

Avancé despacio y como si adivinara mi mirada sobre ella, levantó la vista y nuestros ojos se encontraron.

Su mano libre cubrió su boca, sorprendida.

Continué caminando hacia ella… Apenas estuve frente a ella observé sus ojos oscuros por las lentes de contacto.

Mi mano se elevó y suavemente quité su mano sobre los labios. Entonces murmuró…

-Rodion, ¿qué haces aquí?

-Estoy aquí por ti y por el bebé. Porque te amo…

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

-Dime por favor… que no lo has hecho.

Negó lentamente con la cabeza mientras sus ojos se humedecían.

El corazón me estalló de felicidad.

De un impulso la atraje hacia mí y la abracé fuerte.

-Gracias… Gracias Sara.

Y lloré…

Sí, frente a ella, frente a la gente que espera los coches de alquiler, frente a todo el centro de Kirkenes. No me importaba. Era tanto el agradecimiento que sentía. Lloraba de felicidad, de saber que Dios o no, alguien habrían escuchado mis plegarias y yo tenía una segunda oportunidad. Esa… que no iba a perder.

Ella se mantuvo con los brazos a cada lado del cuerpo, temblando.

-Tú dijiste…

Me aparté y la tomé del rostro mientras mis lágrimas corrían por la cara.

-Yo… Sólo fui un idiota que no supo cómo reaccionar ese día. Y después… -tragué la sal de mis lágrimas-. Y después no supe acercarme a ti. Creí que adivinabas que te quería y que el niño… Y que el niño sería lo mejor que podría pasarme.

-Rodion… No quiero lástima de ti.

-No no, no es lástima. Te amo Sara. Eres la única en mi corazón.

-Pero… Ella limpió las primeras lágrimas que salían de sus ojos disfrazados de oscuro-. Pensé que amabas a Halldora.

-Halldora fue un gran amor, sí. Pero Halldora no está y si regresara a la vida sería tarde.

-¿Por qué? –preguntó con temor.

-Porque elegiría estar contigo. Me sacaste del pozo profundo y de una vida gris y me mostraste los colores del amor, Sara. Te amo, siento de verdad por lo que has tenido que pasar por mi falta de claridad. Me tomó de sorpresa, no lo dudo. Sin embargo amo ese bebé.

Mi mano grande y ancha se posó en su vientre.

-Cariño, hasta el fin de mis días te agradeceré que no lo hayas hecho.

Sara se apartó de mí y buscó un pañuelo en el bolso. Lo quitó y lo deslizó por sus mejillas.

La tomé de la barbilla y la obligué a mirarme.

-Sara, no te miento. Nada me obliga a estar contigo aunque haya un niño de por medio y me haga responsable. Pero no quiero dejarte partir a ti. A ti te necesito para compartir mi vida. Por favor, ¿podrás perdonarme?

-No sé lo que ha hecho pero perdónelo señorita, me parte el alma ver llorar a un hombre –dijo una señora con una niña que esperaba taxi en la fila.

Asintió levemente.

Un taxi llegó a la parada y la fila nos obligó a movernos.

La tomé de la mano y sonreí.

Ella bajó la vista, seria, pero poco a poco sonrió apenas sus ojos se encontraron  con los míos. Lo míos llenos de amor y de agradecimiento porque quizás, sólo quizás, podría llegar a tener la oportunidad de tener mi propia familia y ser muy feliz.

 

Sebastien.

 

Dentro del estudio y sentados en los sillones, miré a mi hijo fijamente mientras él con la vista clavada en la alfombra evitaba enfrentarme después de lo dicho.

-Douglas, no puedes decirme que no prepararás la tesis porque tienes que trabajar junto a mí. ¿Tú que crees? ¿Que no te daré el tiempo necesario cuando me lo solicites? Lo que más quiero en este mundo es que te gradúes y tengas una vida ordenada para ser feliz.

Dibujó una mueca de ironía y me miró.

-Llevar una vida ordenada no es sinónimo de ser feliz.

Respiré hondo y asentí.

-Cierto. Sabes a qué me refiero. Dejar las cosas por la mitad no ayudará en cualquier proyecto que desees. A eso me refiero. Si tienes trabajo y dinero para al menos vivir tranquilo puedes pensar en formar tu familia o tener una novia formal.

-No quiero tener novia. No me interesa. Estoy bien solo.

Arquee una ceja.

Después de haber transcurrido la primera media hora entre mis gritos y protestas de parte de él sobre su exceso de velocidad y las contestaciones hacia la autoridad, sentí un sentimiento de culpa al verlo desmoronado. Me recosté en el respaldo de mi confortable silla y traté de lograr algo de armonía.

-¿Por qué hablas así?

Encogió los hombros y miró sus pies.

-¿No quieres contarme? Soy tu padre, te quiero. No me veas como tu enemigo porque algunas veces te llamo la atención.

Esta vez recostó él su espalda y sus manos acariciaron los posabrazos.

El móvil sonó y reconocí el sonido que había elegido para identificar las llamadas de mi hermano, “Vientos de cambio”, de Scorpions.

-Lenya, ¿estás bien?....................... Ajá……………….. ¿Y qué te dijo?.......................... No te preocupes……….. Sí, también le diré a Charles que lo contenga……………. Adiós hermano.

-¿A quién hay que contener?

Charles abrió la puerta con un paño de franela y un tubo de lustramuebles en la mano.

-¡Ah bueno! Jamás hubiera imaginado que escuchabas tras las puertas –protesté.

Apoyó su mano libre en el pecho y frunció el entrecejo.

-Perdón, ¿me acusas de chusma?

-En absoluto.

-Vale, porque lo único que hacía este pobre mayordomo era lustrar el roble de esta puerta.

-No sí, por supuesto. Lo de mayordomo y pobre ni tú te lo crees.

Douglas abandonó su gesto melancólico y sonrió.

-En definitiva yo también me pregunto a quién hay que contener –susurró.

El móvil nuevamente…

-A Rodion hay que contener –respondí-. Aguarden me llama mi socio.

Después de sacármelo de encima y prometer que este fin de semana me instalaría por un tiempo en la isla y me encargaría de todo lo que hacía falta, corté la comunicación.

-No es justo –murmuré-, tiene razón. Siempre está él frente a todo.

-El que mucho abarca poco aprieta, querido.

-¿Por qué lo dices?

-Pues, el hotel, la isla, Douglas, Bianca.

-¡Bianca! –exclamé.

-¿Qué ocurre? –preguntaron al unísono.

-¿Qué…? ¿Qué hora es?

Quité mi móvil del bolsillo y miré la hora.

-¡Mierda!

-¿Nos quieres explicar qué diablos pasa? –preguntó Charles.

-Bianca, la llamé y estaba en la morgue. Le prometí que nos encontraríamos en una de las suites del Thon, me olvidé completamente.

-Oh oh… -murmuró Charles.

Douglas rio.

-Vamos Charles, prepara la cama en el sofá de la sala. Uno que yo sé dormirá fuera.

-¡Graciosos!

Miré mi atuendo… Camisa beige, jeans negros… A ella le gustaban los trajes. Me daría una ducha me cambiaría de ropa y correría a su encuentro. Flores, tendría que comprar flores…

Antes de salir Charles llamó mi atención.

-Aguarda, recuerda que mañana cumple Ron.

-No lo olvido. Ah, y Douglas piensa lo que te he dicho.

-Sí papá.

 

Liz.

 


El chorro de café golpeó el fondo de la taza y fue llenándola del líquido oscuro y perfumado. No había podido comprar en el mercado café colombiano, era muy costoso, así que me conformé con el de oferta. Apoyé la cafetera en la encimera y cogí el azucarero para endulzar con dos cucharaditas la infusión. A decir verdad ya no era el azucarero de porcelana de mamá, sino un vaso rojo de plástico que servía para eso. Todo había vendido. Todo lo de valor claro está. Los cuadros, los floreros, las alfombras en la que alguna vez nos sentábamos frente al fuego de la chimenea a contar historias fantásticas. También casi todos los muebles, ropa, y zapatos, que no eran imprescindibles. Pero no estaba triste por desprenderme de lo material. Sólo el valor de la vida era importante y no lo material. El dinero iba y venía en tu vida, la vida no… Siempre lo supe, sin embargo ahora lo tenía más claro…

Natasha había llamado a mi móvil dándome la noticia. Me había engañado. No había tal medicina en ese frasco milagroso a pesar de haberlo pagado muy caro. Sólo azúcar y anilina. Un hijo de puta, sí… Mucha gente se aprovecha de la desesperación de otra gente. Mañana iría a que me devolviera el dinero ese fulano aunque no tenía esperanzas.

Me senté en un taburete junto a la encimera, sí… dejé dos taburetes sin vender. No tenían mucho valor de cualquier forma y además los necesitaba para cuando viniera George a comer algo después del agotado turno de cuidar a Drank en el hospital.

¿Por qué las personas buenas pocas veces tenían suerte? ¿Por qué? Me lo pregunté tantas veces… ¿Dónde estaba Dios? Drank en su vida no le había hecho nada malo a nadie. Noble, trabajador, honesto. ¿Por qué Dios, por qué?

“Porque el diablo también existe hija mía”, eso decía mi madre cada vez que mi religión tambaleaba por alguna injusticia. Mi madre… O pensaba en ella como alguien egoísta que nos había abandonado, o pensaba que amaba un hombre toda su vida en silencio y no quiso dejar pasar la oportunidad. Mejor me quedaba con lo último, el rencor no era bueno, además… Yo ya conocía lo que era amar de verdad.

Amor… Era que tu mundo girara alrededor de él. Qué cada vez que lo vieras o sintieras su voz, temblara tu cuerpo como una hoja al viento. Que lo extrañaras cuando no está cerca de ti hasta que dolieran hasta los huesos, y que tu corazón se secara completamente porque sabes que ya no volverá.

Mis ojos se llenaron de lágrimas…

Lenya… Te amo tanto… Hasta pensar en ti me desgarra de dolor…

No le dije cosas bonitas antes de que partiera por última vez. Lo eché… Sé que tenía razón en reprocharle sobre Natasha, sin embargo en el fondo de mi corazón sabía que él no la quería como a mí. ¿Pero qué hacer? ¿Y Drank? Él me necesitaba más que nadie en este mundo. Era lo único que tenía además de su padre. Los amigos… Sí, Drank tenía muchos amigos. ¿Cómo no tenerlo si era encantador? Pero no todos son amigos verdaderos. No todos están ahí en los momentos difíciles.

Unos golpes en la puerta me sobresaltaron. Era muy temprano, siete o siete y cuarto de la mañana…

Mientras caminaba hacia la sala mi corazón latió a un ritmo que ya conocía. Sin embargo no, no sería Lenya. ¿Y si era del hospital con una mala noticia? ¡No, por favor!

Abrí la puerta apresurada con el pulso alocado.

Dos caballeros de traje y una señorita de falda larga y camisa abotonada me extendieron un folleto.

-Buenos días señorita, traemos a su puerta la esperanza y la dicha de encontrar un mundo nuevo.

Los miré… Tomé el folleto y leí…

“Dios es el camino hacia la luz”.

Uno de ellos continuó.

-Este mundo lleno de perversiones y maldad no es el definitivo, debemos hallar la felicidad en la fe y…

Lo detuve levantando la mano.

Los miré y entregué el folleto.

-Porque no se van a la puta que los parió.

Abrieron sus ojos asombrados.

En ese instante la frenada de un coche obligó a que mirara hacia la angosta calle precariamente asfaltada.

Un taxi…

Caminé atravesando el jardín dejando a los inoportunos atrás.

-¡Marin! –grité.

Mi hermana bajó del taxi con un pequeño bolso y un paquete que dejó en el suelo. Sonrió.

Corrí hacia ella hasta que nos abrazamos muy fuerte.

Comencé a llorar…

Ella me apretó contra su pecho y también lloró junto conmigo.

Creo que por la distancia que nos había mantenido separadas, por Drank, por mi tristeza que en definitiva era la suya, por todo lo malo que había ocurrido y por lo que iría a ocurrir. Sobre todo eso… Por lo que iría a ocurrir.

No supe cuanto tiempo pasó mientras estuvimos abrazadas. Poco a poco volví a la calma y me separé de sus brazos de hermana y amiga. No sólo nos unía la genética, también un pasado por momentos feliz, por otros, doloroso.

Me observó de pies a cabeza mientras recogía su bolso y paquete.

-Estás muy delgada, Liz.

-Estoy bien. Ven, vamos a casa. Te prepararé un café y algo de comer, no tengo mucho pero hay algo de pan y queso de cabra.

-Gracias, el café lo acepto pero he comido en el avión. Aunque estaba con el estómago cerrado de ansiedad por verte me bajó la presión y la azafata insistió en que desayunara.

Sonreí secando mis lágrimas, aunque primero sequé las de ella.

-¡Estoy feliz que estés aquí!

Rio.

-Yo también.

-¿Te quedarás en Drobak?

Hizo una mueca de pena.

-No, sólo pedí unos días. Pero prometo que no dejaré pasar mucho tiempo entre mis visitas.

Recogí un mechón de cabello y lo puse tras de su oreja.

-Entiendo, no te preocupes, lo importante es que estás aquí.

 

………………………………………………………………………………………………

 

Ya en la cocina y sentadas en los taburetes, café por medio, conversamos de todo un poco. De su trabajo, de cómo estaba Bianca, las chicas de la casa, de Charles, y no pasé por alto a Douglas. Sabía que le importaba mucho. Ella preguntó por Drank y cuál era su situación. Se sintió muy triste pero la animé porque pensaba que no estaba todo perdido y aún había que luchar.

-Pobrecito, ¿por qué a él?

Suspiré.

-No lo sé. Supongo debe ser una lotería, te toca y lo tienes que pasar.

-¿Y George? ¿Cómo lo lleva?

-Con esperanza, como yo. Aunque tiene problemas financieros. Ya no trabaja tantas horas. La medicina para Drank es muy costosa y ha tenido que hipotecar la casa.

-¡Dios mío!

-Lo peor es que Drank no lo sabe y ahora…

-¿Y ahora qué?

-Ahora me ha dicho que quiere abandonar el hospital. Está cansado que lo pinchen y lo estudien cada media hora.

Bajó la vista.

Se puso de pie y abandonó la cocina.

La seguí…

Abrió el bolso que estaba sobre el sofá y buscó algo en el.

-¿Qué haces, Marin?

-Tengo algo para ti. En realidad dos cosas.

Extendió un sobre y sonrió.

-Esto es de Bernardo y Sabina. Nuestro amigo hizo una colecta en la manada. No es mucho dinero para lo que necesita Drank pero dicen que te servirá.

Abrí el sobre y pude ver varios billetes de coronas.

-No puedo aceptar esto, Marin.

Lo aceptarás porque dijo Bernardo que no regresara si no lo aceptabas. No harás que me quede en Drobak, ¿verdad? Aquí estaré lejos de Douglas.

Sonreí.

-Gracias.

Dio unos pasos atrás y cogió el  paquete delgado y rectangular que había bajado del taxi.

-¿Qué es eso?

Me miró como dudando para después apoyarlo en el sofá y romper el papel que lo envolvía.

Observé el cuadro… Un hombre vestido de azul tenía en brazos un bebé. Lo miraba con ternura. Junto a él, una cuna.

Tomé el cuadro con las dos manos y lo acerqué para verlo mejor.

El pintor había captado la esencia de la escena de forma maravillosa. El rostro del padre… Lo reconocí… Era Anthony.

-Esto… Lo pintó… Miré la firma en el ángulo inferior derecho… “El demonio rubio”.

-Svetlana –murmuré.

-Sí. Ella lo envió en estos días por Gisele. Ella está aún de luna de miel en la casona de Charles, cerca del Mar de Barents. Creo que se enteró de tu situación por… Bueno, por Natasha. Dice que lo vendas, sacarás buen dinero.

Dejé el cuadro con cuidado y negué con la cabeza mientras mis lágrimas volvían a resbalar por las mejillas.

-Marin, no puedo aceptar esto de una Gólubev… No…

-Escucha, sé que odias a Natasha por lo de Lenya.

-No, no la odio, sólo que… es mi rival… ¿Entiendes Marin?

-Es que no lo tomes como una ofrenda para ti por lástima. Es Drank el que necesita el dinero. Por favor… ¿Lo dejarás sin este buen recurso sólo por una rivalidad entre hembras?

Me dejé caer en el sofá.

-No me puede estar pasando todo esto –lloré.

Marin se sentó a mi lado y acarició mi hombro.

-Liz, debemos luchar con todas las armas y si para eso hay que dejar el orgullo de lado… Los cuadros de Svetlana se cotizan mucho. Anda Liz… Acéptalo.

Respiré hondo.

Dios…

-Liz, es dinero para el tratamiento. ¿Lo dejarías morir por el cuadro es de una Gólubev?

Negué con la cabeza.

-Okay… Será por Drank.

Me levanté y me dirigí a la cocina a terminar el café.

-Lo venderé en la feria, ya mismo.

-Muy bien. Estoy orgullosa de ti.

-Ven, termina el café así puedes acompañarme. No quiero sentirme tan sola.

-Por supuesto.

-Aunque si quieres descansar…

-Ni lo pienses, no vine de vacaciones. Vamos, después quiero ver a Drank.

-Claro. Iremos a la tarde cuando termine de cubrirme George.

 



 

11 comentarios:

  1. Hola, Lou... Me has hecho sufrir con Rodion... aunque yo imaginaba que Sara no había abortado, no la veía muy decidida... y escuchar los latidos ya fue mucho
    Creo que Rodion se estaba culpando de demasiadas cosas... no poder salvar a Halldora es algo que no se ha perdonado, pero no es culpable
    Bueno, ya veremos si con las flores, Bianca perdona el olvido de Sebastien ;-)
    Drank me da mucha pena, pero sé que la enfermedad que tiene es de las muy graves
    Creo que la visita de Marin le irá muy bien a Liz
    Lo que no logro entender es por qué tiene a Natasha como a una rival... Liz sabe que Lenya la quiere a ella... hasta Natasha lo sabe
    Es cierto que debido a la enfermedad de Drank no puede estar con Lenya... pero amarse se aman, y los dos lo saben
    Bueno, también es cierto que el amor es muy complicado
    La canción que has elegido para ellos me encanta... y pienso que nadie mejor que tú para elegirlas
    Ha sido un placer leer un nuevo capítulo
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Lamento la intriga tesoro pero espero que haya tenido un buen final para ti. Bianca lo perdonará estoy segura porque lo ama con todo el corazón. Drank tiene una enfermedad grave y tendremos que esperar, en la imaginación y en la vida quizás existan los milagros.
      Liz creo que la siente como rival porque Natasha es importante para Lenya no es una chica al pasar. Si ella no puede estar con él seguramente podría olvidarla por una chica así. Y Liz no puede dedicarse a otra cosa que no sea su amigo por ahora y no siente ser una mujer fatal para atraerlo en estas condiciones.
      Me alegro que te guste la canción mi tesoro. Gracias por acompañarme siempre. Un besote.

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  2. Hola amiga, ¿cómo va todo por allí? Me ha hecho ilusión ver al señor Craig por allí, con lo que me gusta ;) He disfrutado de todo, como siempre, aunque como ya es costumbre me quedo inquieta con la relación de Liz y Lenya, es que es tan compleja, no solo por sus respectivas personalidades, sino por todos los factores externos que les juegan en contra, pero estoy segura de que les darás el final que mereces. Y sobre música, me encanta Michael Bublé, así que imagino varios de sus temas para la historia en general, en especial para las parejas ♥

    Besotes.

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    1. ¡Hola Claudia! Me gusta también Bublé, escucharé algunos temas para conocer mejor. Darle un final feliz es mi meta, aunque a veces los personajes parecen tener vida propia y no creas, se me revelan jaja. Un beso enorme mi niña y gracias por estar aquí.

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  3. Hola Lou, como sufri hasta el ultimo momento con Sara y Rodion, que bueno que ella no aborto, es una gran dicha, esperemos que ellos hablen y sean felices, por otro lado que mal con Drank que triste todo este asunto y Liz esta haciendo todo lo posible para salvarlo, gracias por el capitulo muy bueno!

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    1. ¡Hola Laura! Lamento haberte hecho sufrir, prometo que compensaré. Lo de Drank es muy triste, veremos que pasa, aún no está todo perdido si hay vida.
      Un beso grande cielo y gracias por el comentario

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  4. Buenas noches Louerdes, primero darte las gracias por esta imagen tan maravillosa de Vikingo, me encanta y ya era hora jejejej. El capi de hoy fantástico como siempre. Me alegro mucho que Sara actuara con el corazón y no abortara y me alegro por Rodion pobrecito que mal lo ha pasado. Me encanta la escena de Charles cotilleando jajajajaj, brillante, estoy deseando leer la bronca de Bianca a Sebastien y la respuesta de este. Ya sabes que me da mucha pena Drank, la pobre Liz como siga así va a caer enferma, ojalá se arregle todo pronto y podamos ver a Liz con Lenya, tengo muchísimas ganas de verlos juntos. Bueno aquí me tienes esperando poder seguir leyendo, me tienes con los nervios de punta.

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    1. ¡Hola Anabel! La imagen merecida, cariño. Yo también me alegro por Sara y Rodion y ojalá sean felices.
      Charles siempre da el toque de humor y lo adoro.
      Sebastien tendrá que esmerarse, tú sabes, en todo sentido. Lenya y Liz... Habrá que esperar, tú lo sabes amiga. Todo a su tiempo. Paciencia que llegará. Gracias por estar siempre apoyando mis locuras hechas historia. Un besazo mi sol.

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  5. Uy adore el principio del capitulo cuando Rodion y Sara se hicieron de a buenas. Ojala el lindo Lenya pudiera hacer eso con Liz que me da mucha pena todo lo que hace por su amigo. Te mando un beso y te me cuidas mucho

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    1. ¡Hola Ju! Seguramente que Lenya y Liz tendrán su momento, me gusta los finales felices y para ello no concibo que estén separados. Un beso grande mi niña y cuídate mucho.

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  6. hola querida amiga Lou, eres todo un caso,,realmente sabes escribir te felicito, lo sabes,,,abrazos amiga

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