miércoles, 18 de mayo de 2016


Buenooo, hola holaaa... Aquí el capi esperado y sé que lo disfrutarán al final. Ahora bien, para comprender a los Craig sobre todo a Sebastien no dejen de tener en cuenta que él ignora la situación Huilliche. Por lo tanto su reacción no violenta tiene explicación. Nosotros sabemos mucho más que él. ¡Qué pena no poder ayudarlo! ¿Verdad?
Un besazo mis lectores y gracias por estar siempre y comentar.

Capítulo 64

La venganza es el placer de los dioses.

 

Anouk.

Salí del hotel Thon después de las nueve de la noche. ¿Era necesario terminar de ordenar los recibos y boletas de un año atrás? Cuando le pregunté a Sebastien dijo que si me era complicado en todo caso… peeeero… que un proveedor había reclamado una vieja deuda con el consorcio y que no deseaba encontrarse con más sorpresas. Lo tomé como un “sí Anouk, lo necesito urgente”. Vale, aquí estaba yo caminando hacia la parada de taxis después de pasar todo el día ordenando, fichando, separando, y etc. ¡Qué fastidio!

¿Con qué necesidad pasaba yo por esto? Mis padres tenían dinero que quizás no gastarían en decenas de años. Tendría tiempo para terminar una carrera y sí dedicarme a lo que me gustara.

Es cierto que recorrí varias Universidades por años. Analista de sistemas fue lo primero que intenté, claro que con mi coeficiente intelectual me convertí en hacker en menos de tres meses. La carrera consistía en dos años y no iba a perder tiempo en conseguir un título de adorno. Aunque mi madre decía “Anouk si quieres trabajar en el mundo de los humanos deberías contar con un certificado.” Pues no, abandoné de inmediato y dije a mis padres que me interesaba lo científico como mi hermana Natasha, sin embargo cursé apenas dos años ya que fuera de la sangre me daba asco manipular tantos elementos viscosos. Después comencé ingeniería nuclear y me aburrí como ostra de mar al margen que las aritméticas me disgustaban. Obvio no era para mí. En abogacía duré siete meses porque realmente estudiarme los códigos y las leyes era por demás aburrido. Comencé a cursar en la Universidad de Arte Varios. Uuuf, podría haber seguido muy feliz pero a los idiotas de los profesores de dibujo y música respectivamente sugirieron que el arte no era lo mío. Evidentemente desafinaba con todos los instrumentos y dibujaba como el culo.

En fin, fue así como intenté en arquitectura pero últimamente las mediciones de los planos y el álgebra ya había probado que era para seres que se concentraran y fueran metódicos y ordenados hasta el menor detalle. Otra carrera que no era para mí. Por supuesto intenté seguir a pesar de todo ya que mi padre estaba perdiendo su paciencia. Es más, él tan astuto se dio cuenta que por más que asistiera a clases religiosamente, lo menos que hacía era prestar atención y estudiar.

Y bien, su paciencia llegó al límite y aquí estaba trabajando como cualquier hijo de vecino y encima humano. ¡Qué horror!

De pronto en la esquina descubrí un carrito ambulante de café. ¡Qué bien! Me vendría genial ya que en Kirkenes el otoño era bastante frío en comparación con Moscú. Me acerqué con el bolso colgado de mis hombros y tres carpetas que había dicho el líder de los vampiros que necesitaba en el despacho de la mansión. ¿Cómo cogía el puto vaso de café? Lo que era peor, ¿cómo sacaba el dinero de mi bolso y pagaba? Las carpetas eran pesadas aun para mí, además eran grandes e incómodas.

Cerca del vendedor, observé un muro bajo de ladrillos que era parte de una jardinera construida en la acera. No lo dude, las dejé allí mientras quitaba el dinero y le sonreí al vendedor.

—Buenas noches, señor. ¿Sería tan amable de venderme un café?

—Por supuesto, niña.

Lo de niña lo dejaría pasar ya que ni fuerzas me habían quedado para protestar y contarle al señor que tenía en años más de medio siglo. Dicho sea de paso no podía confesarle mi verdadera edad, así que volví a sonreír y busqué el dinero en mi bolso.

—¿Cuánto cuesta?

—Dos coronas.

Arquee la ceja. Estaba a punto de decirle, ¿café importado de Singapur, querido? Pero por el mismo tema del cansancio no iba a protestar así que pagué y me entregó un vaso de cartón que parecía ser impermeable al líquido. El aroma era muy rico y se notaba muy caliente.

—¿Tiene pocillo de losa?–pregunté.

Me miró y rio.

—Es usted muy graciosa, aquí tiene el vuelto.

Recibí los billetes y pensé que había muchas cosas que debía aprender de los suburbios de la ciudad. A decir verdad, había visto las máquinas expendedoras con vasos descartables en las Universidades, pero sinceramente pensaba que había varias opciones y los humanos solían tener ese gusto mediocre por las cosas baratas. Mucho no había viajado sola sino en compañía de mi hermano Ivan. Él tenía un gusto exquisito y elegante desde los trajes que usaba hasta las copas y vasos donde bebía. Por supuesto que él conocía los dos mundos y no dudaba que sabía comportarse de acuerdo al medio, cuestión que yo debía aprender urgente.

Hablando de aprender, el tema sexo se había convertido en mi tortura. ¿Cómo había llegado a mi edad siendo virgen? Nunca había querido probar con humanos y los machos de mi raza eran muy comunes y para mi gusto, horribles. Ni siquiera en las cumbres cuando solíamos visitar a Adrien, y muchos de ellos me miraban con deseo, no había encontrado un macho con el que me hiciera la agradable idea de que manoseara mi cuerpo y yo disfrutara con ello. Esas manos grotescas, vestidos como si fueran a la guerra, ese olor a transpiración, ¡puaj!

Svetlana siempre me decía, “Anouk, no son tan brutos. Puedes cambiarlos a tu gusto. El macho que está interesado en ti goza de unos músculos increíbles”. No gracias, no quería a mi lado un macho de las cavernas. No podríamos hablar de nada y me aburriría. Ella insistía, “pero en la cama te haría gozar y ya vas a ver tú lo que es bueno”. Nada, no me veía con ese mastodonte de fibra y músculo que no supiera como tratar a una dama como yo.

Me acerqué al muro bajo junto a las carpetas y me senté a tomar el café.

Bebí varios tragos, dejando la pausa entre uno y otro como debía beber la gente educada. Mis piernas juntas para no parecer una machona u hombruna, el vaso sosteniéndolo con delicadeza y con mi meñique separado… ¿Qué cuernos hacía bebiendo café en un vaso descartable con un olor a cartón plastificado y encima sentada en la vereda de pleno Kirkenes?

La verdad que dentro de todo me gustaba estos “permitidos” que me animaba a hacer. No era tan malo después de todo, salvo el olor del vaso, por supuesto.

Me entretuve viendo la gente que iba y venía por la acera, sus abrigos de lana de colores llamativos, sus rostros, sus gestos, tan diferentes uno de otro. No era que nunca había caminado por una calle sola. Lo hacía frecuentemente en Moscú, pero algo había diferente.

Tantee el móvil en el bolsillo de mi abrigo y lo cogí para hacer una llamada a mi padre. Necesitaba algo de dinero. Sebastien me había pagado mi primer sueldo, pero no tenía mucho dinero hasta que llegara final de mes, así que algo extra no me vendría mal. Después de todo estaba haciendo las cosas bien.

—El móvil de mi padre sonó unas siete veces. ¿Dónde estaba que no contestaba? Miré la hora en mi reloj pulsera enchapado en oro… ¿Las nueve y veinte? Era temprano…

“Hola”

—¡Ah papá! Habla Anouk.

“Hija, ¿cómo estás?”

—Bien… Recién he salido del hotel Thon, todo bien. ¿Por qué has tardado en contestar el teléfono?

“Ah… Ehmm… Es que estaba con tu madre”.

—¿Mamá viajó a la Isla?

“Sí, cariño”.

—Pero no la he visto. Sebastien dijo que pasaría por la mansión para viajar a verte.

Escuché la voz de mi madre como murmullo.

“Te paso con tu madre”.

“Hola cariño. Disculpa es que estaba muy nerviosa por la reconciliación con tu padre. No he querido despreciarte, mi pequeña”.

—Lo sé mamá… Pero… Yo regresé a las ocho y media. ¿Tú ya estabas en la mansión?

“Sí. Sin embargo es como te he dicho. Me he quedado en el despacho de Sebastien junto a Charles que me ha calmado los nervios con un té de tilo, mientras esperaba a Numa que me trajera hasta aquí”.

—Mamá –la interrumpí—, no me des más explicaciones. Por favor pásame con papá.

“Claro, cariño. ¿Te has enojado?

—No, no te preocupes.

Sinceramente no era agradable enterarte que tu madre había estado a poca distancia de ti y no había recordado saludarte. Entendía que el encuentro con mi padre la tendría a mal traer, pero… ¿si se hubiera tratado de Svetlana o Natasha?

“Hola Anouk, ¿qué necesitas? ¿Te sientes bien?”

—Sí, necesito un poco de dinero ya que no voy a llegar a fin de mes.

“Anouk, Sebastien me ha dicho que te ha pagado el sueldo hace dos semanas. Estamos a mitad de mes. ¿Cómo que no tienes más dinero?”

—Ay papá es que los taxis están caros e ir y venir a la mansión todos los días es…

“¡Aguarda Anouk! ¿Estás diciéndome que coges taxi para ir a trabajar y para regresar a la mansión?”

—¡Cómo quieres que me traslade!

“¡En autobús, Anouk como todo el mundo!”

—¿Qué? Papá no puedo viajar en autobús con todas las personas comunes y corrientes.

“Mira Anouk, no voy a darte un peso. Deberás administrarte mejor.

—Papá, no sé viajar en autobús.

“¡Pues aprendes!”

Escuché que mi madre protestaba. El caso es que mi padre se ponía de terco y no había nadie que lo hiciera cambiar de idea.

—¡Te odio!

Corté la comunicación maldiciendo hasta en arameo.

Decidí armarme de valor, y entrar a ese especie de vehículo que apestaría a olor humano y mal gusto por el vestir.

Deseché el vaso en la basura y caminé con mis stiletos por la acera hacia la parada. ¿Dónde quedaría la parada?

Suspiré y acomodé nuevamente las carpetas en mis brazos. Eran incómodas y además el bolso resbalaba de mi hombro y cada dos por tres tenía que colocarlo adecuadamente.

Me detuve en la esquina y observé algún cartel que indicara la parada. Por fin la encontré cruzando la calle cerca de la esquina.

Me paré tras una señora que llevaba un niño pequeño en brazos. El niño lloraba como marrano pero al acercarme mi miró.

—Holaaa –saludé con una sonrisa.

Me gustaban los niños… ¿Tendría muchos cuando formara una familia? ¡Qué idiota! Si no tenía ni siquiera un enamorado rondándome.

El niño me miró fijo y fruncí los labios como si fuera a dar un beso y torcí los ojos poniéndome visca. El niño sonrió para después dejar escapar una sonora carcajada. Su madre giró para verme y sonrió.

—Parece que le gustas.

—Sí, parece.

Debía ser bonito ser mamá… ¿Y si me dedicaba a maestra de Jardín de Infantes? ¿Habría título para eso? A lo mejor…

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El viaje en autobús fue de terror. Subí sin tener la maldita tarjeta que servía de pase para viajes y el idiota del chofer casi me hace bajar. A no ser por un señor muy educado que después de devorarme el culo con los ojos me ofreció pasar la tarjeta así podría continuar mi travesía.

Eso no fue todo… El autobús tenía alrededor de cuarenta asientos totalmente ocupados así que me erguí y en voz alta me dirigí a los pasajeros…

—¿Alguien podría tener la amabilidad de cederme el asiento?

Después que escuché murmullos alguien gritó desde el fondo, “¿por qué, querida? ¿Estás embarazada?

—¡Qué la boca se te haga a un lado, cabrón!

La voz que tenía dueño, dicho sea de paso, un joven con abrigo y maletín, replicó…

—Entonces niñita de alta sociedad viaja de pie, que no se te caerán los anillos.

¡Idiota! ¡Una falta de caballerosidad total!

En definitiva tuve que viajar de pie, cansada, de mal humor, y pensando que este sería el destino durante el resto del mes. Salvo… Que enviara un mensaje a mis hermanos para que se compadecieran y me dieran dinero.

Vilú.

Mi largo vestido de chelín rojo lamió la escalera de mármol mientras bajaba desesperada con el odio creciendo en mis entrañas. Agravar se había ido y con él todas mis joyas y el dinero de la caja fuerte. No podía creer que me hubiera hecho eso. Le había brindado todo. Mi casa, mi cuerpo, mi colaboración con su maldita hija… No, quizás había un error…

Miré alrededor ante el silencio de la gran sala que me carcomía el cerebro. Mis manos temblaban de ira. Mi garganta estaba seca y no por la falta de sangre. Si él no se hubiera encontrado en toda la casa bien podría pensar que nuevamente había viajado a Kirkenes, sin embargo me faltaban las riquezas acumuladas por mis padres por tantos años… ¡Maldito seas Agravar! Pero no te la llevarás de arriba. No sabes con quien te has metido.

A los gritos, llena de furia y violencia, llamé a Huan Yue. ¿Podría haber alguna posibilidad que Agravar no hubiera desaparecido? ¡Ilusa! ¿Cómo irse con todas mis joyas? ¿Con qué cara regresaría? No, no volvería…

Mi sirviente tardó en aparecer con su escuálida y empobrecida figura.

Volví a llamarlo a gritos sumando algún que otro insulto que bien se lo merecía. Por incompetente. Cuando al fin surgió entre las sombras que daban a la puerta de un hall, lo miré… El quedó inmóvil con el rostro desdibujado por el pánico.

Me acerqué lentamente.

—Dime, imbécil. ¿No sabes nada de Agravar?

—No, mi señora.

Me acerqué más hasta que él tuvo que elevar la vista para contemplar mi rostro.

—¿Así que no sabes nada?

—No, mi señora.

Mi mano se estrelló contra su mejilla haciéndolo tambalear.

—¿Y piensas que voy a creerte?

Al elevar mi mano nuevamente para golpearlo se atajó tratando de cubrirse con su propio brazo. Sollozando respondió.

—No sé nada, se lo juro. Anoche él sólo dijo que se reuniría con usted mientras cazaba en las montañas. Pensé que mi señora vendría con él.

Lo observé…

—No… Se fue para siempre… Se ha llevado todas mis riquezas, me he quedado sin nada. Seguro se reunirá con su maldita hija y desaparecerán. ¡Me ha engañado!

Huan Yue bajó la vista… Una leve sonrisa contenida noté en su boca de labios finos y agrietados.

—¿Estás riéndote de mí?

Él no me miró pero continuó sonriendo.

—Me las pagarás –susurré.

Huan Yue me miró y se puso serio, entonces se atrevió a hablar con firmeza…

—Mis adorables amos murieron por sus manos. Mi amo servicial y atento y mi adorable Cahuel. Usted pagará por la maldad cuando el líder de los vampiros desde el más allá cobre venganza –señaló el techo—. Entonces llegará el tiempo que no habrá piedra o grieta donde pueda esconderse. Habrá justicia y usted pagará por todos los delitos.

Sonreí.

—Mira que valiente que has resultado después de todo. Sin embargo poco y nada te valdrá.

Dicho esto cogí el bastón de bronce que adornaba una estúpida estatua de mi padre y lo descargué sobre su cuerpo decenas de veces. Él quebró sus colmillos por no gritar de dolor. Pero yo no me detuve con cuidado de no golpear partes vitales pero sintiendo el crujir de los huesos al romperse. Con cada descarga sobre su cuerpo sentí rejuvenecer. La sed de venganza era aplacada sólo lo suficiente para reunir más fuerzas.

Cuando mi brazo quedó entumecido por los movimientos repetitivos me detuve. Estaba agotada. Él sangraba por la boca. Quizás debía parar… Lo necesitaba vivo.

Tiré el bastón a un costado y lo levanté en el aire por la solapa de su uniforme ensangrentado. Lo acerqué a la cara y murmuré…

—Escúchame bien saco de gusanos. Iré a la mansión Craig para salvar mi pellejo. Si la idiota de Scarlet abre la boca estaré perdida y sí tendría que darte la razón… Pero no sucederá. Soy demasiado astuta para no salir ilesa de este lío en que me ha metido el maldito Agravar. Tú… No te moverás de aquí hasta que regrese con ayuda de dinero. ¿Me has escuchado idiota? De lo contrario quien no hallará piedra o grieta donde esconderse, serás tú. Juro que te encontraré y te quemaré vivo.

 

Sebastien.

Numa llegó con Dimitri, Mijaíl, y Sasha muy temprano a la mañana, los vi felices y enamorados. Me alegré por ellos. Partirían a Moscú en unos días después de ver a Svetlana, Anthony, y a Milenka. La joven pareja llegó al atardecer, había viajado a París para resolver unas entregas de las obras del “Demonio rubio” como su padre la llamaba. Esa tarde reunidos todos en la sala comentaban las anécdotas en “la ciudad que nunca duerme”. Sasha y su marido expresaron que deseaban también ver a Anouk y me preguntaron qué tal iba en su empleo. Por supuesto les dije que la menor de los Gólubev venía haciendo buena letra aunque omití ciertas dificultades que tenía para llegar temprano y a veces cumplir con lo que se le ordenaba. Pensaba que no valía la pena amargar a sus padres ya que Anouk aunque no pusiera voluntad, era evidente que no le gustaba trabajar,  tarde o temprano la sacaría buena. Con Douglas y Numa había ocurrido lo mismo así que no me desesperé y traté de tener paciencia.

Lenya había hecho un viaje relámpago a Drobak después de ver a Natasha en Kaliningrado. Al principio lo vi mal estos viajes de idas y vueltas pero me aseguró que lo de Natasha era amistad y había prometido ayudarla. Le creí. No sólo porque a mi hermano se le notaba a la legua cuando sus ojos engañaban sino porque las conversaciones a través del móvil con su humana enamorada me indicaban que no ocultaba nada de lo que hacía lejos de ella. A Lenya se lo veía bien, ese atardecer se lo veía bien… Hasta que Bianca descendió la escalera con el rostro angustiado.

Mi hermano se puso de pie al igual que yo. Charles que terminaba de servirle un vodka a Dimitri se detuvo con la botella en la mano y la observó.

—Bianca –murmuró—. ¿Tienes noticias?

Mi hembra amada susurró mirando a mi hermano a los ojos.

—Ella está aquí. En el parque… Ha venido a cumplir su promesa de ayudarme.

Todos entendimos a qué se refería. Todos menos los Gólubev por supuesto, que se miraron sin comprender.

La muerte estaba presente en el parque de la mansión aguardando la tarea que ejecutaría Bianca. Ese don, que tan bien sabía usar.

—Llegó la hora, querido –dijo Charles a mi hermano.

Me adelanté unos pasos hacia él.

—Lenya, ¿estás seguro que quieres hacerlo?

—No hay otra forma de saberlo –murmuró.

Los Gólubev fiel a su educación y ética se pusieron de pie, incluso Svetlana con la bebé.

—Sebastien –dijo Mijaíl—. Nosotros esperaremos en la cocina con Margaret.

—Gracias.

Anthony no se movió al pie de la escalera donde había estado hace segundos conversando con Ron. Ambos miraron a Lenya y éste asintió con un gesto imperceptible. Él deseaba que ellos estuvieran en ese difícil momento.

Svetlana dio un beso a Anthony y siguió a sus padres y a su hermano a la cocina.

Cuando todos los Craig estuvimos a solas, Bianca terminó de bajar la escalera y sin perder tiempo salió al parque. La seguimos, salvo Ron y Anthony. Ellos desaparecieron para después encontrarse con nosotros. Ambos tenían palas de cavar.

 

Lenya intentó coger una de ellas pero ninguno se lo permitió. Esa triste tarea de desenterrar a su madre no se la dejarían a él.

Al cabo de veinte minutos la tumba había sido despojada de casi toda la tierra que cubría la urna que contenía las cenizas de Halldora. Apenas Bianca se acuclilló y hundió la mano en el hueco húmedo y oscuro, mi hermano cerró fuerte los ojos y apretó los labios.

Una mano se posó en su hombro y comprobé que era Rodion que había regresado de cazar. Ambos se mantuvieron muy juntos mientras Bianca con la vista fija en la urna esperaría quizás una orden silenciosa de ese fantasmal espectro de las sombras.

Al fin esos segundos que se hicieron eternos concluyeron la espera agobiante.

Bianca posó su mano en la urna y la noté temerosa. Comprendía que lo que vería no sería agradable a sus ojos. ¿Pero había otra forma? Lo mismo había asegurado Lenya con razón. Estaba seguro de amar a Bianca pero ese anochecer la amé más aún. Por el sacrificio que deseaba hacer por mi hermano.

De pronto las luces del interior de la mansión parpadearon y le siguieron los faroles del parque. No se trataba de Numa y su don. Él se encontraba en planta alta con Douglas y Anouk, resolviendo un balance de economía de las cuentas del hotel. Era la energía poderosa del más allá que nos visitaba.

Me pregunté en qué lugar de toda esa oscuridad estaría mi padre. O quizás en otro sitio de luz…

Bianca jadeó repetidas veces mientras su mano seguía unida a la urna. Me asusté… Por un instante me asusté. Su rostro estaba pálido y el sudor corría por la sien. Parecía faltarle el aire. Quise intervenir pero Charles me detuvo cogiéndome del brazo.

De pronto mi hembra dio un salto hacia atrás y cayó sentada en el césped. Miró en dirección a dos cipreses y gritó.

—¡Lo prometiste! Ayúdame a ver más claro, no distingo su rostro –protestó.

Alguien estaba de pie cerca de ella. Nadie podía visualizar absolutamente nada pero el aire helado y cargado de algo que no podría describir, seguramente mantenía contacto con ella.

El miedo otra vez surgió dentro de mí. ¿Si la muerte decidía llevársela a cambio de ese favor? ¿Si después de haber contemplado al asesino se cobraba con la vida de mi amada?

El estómago se me hizo un nudo…

¿Cómo luchar para arrebatársela si ni siquiera veía quien estaba con nosotros dominando el reino de los muertos? Desee que concluyera pronto. Ya no importaba que se supiera la identidad del salvaje asesino. Sonaba egoísta, sí. ¿Sin embargo quien no sufriría pánico frente a tanto poder? Incluso Charles, cuya mirada cruce tres veces y fue suficiente para saber que si hubiera sabido rezar por Bianca lo hubiera hecho.

Nuevamente Bianca posó su mano en la urna… Fueron eternos segundos antes de que comenzara a hablar en voz alta.

—Es un vampiro… Sus cabellos son blancos, largos, muy largos. Su voz… Su voz es grave y profunda… La amenaza… La amenaza y dice que la amó… Que la amó siempre… Pero ella no…

Bianca tomó un respiro profundo y continuó…

—Él menciona a Adrien… Dice… ¡Diablos no le entiendo! ¡Está furioso! Ella le suplica… Dice que tenga piedad… —respiró con dificultad y una lágrima rodó por la mejilla.

Por los infiernos, pensé… Que se detenga, que sea rápido. No quería verla así.

—Él se acerca… La toma entre sus brazos… Oh… Mierda… La besa a la fuerza… Ella grita… Ella grita, grita… —Bianca sollozaba.

—Él dice que no será de nadie más. Si no puede ser de él… no…

Bianca se detuvo. Sus ojos se abrieron con terror.

Un sollozo se escuchó en el parque… Pero no era de ella. Era mi hermano.

Bajé la vista aterrado y con el dolor invadiendo cada molécula de mi cuerpo.

Bianca continuó a duras penas, jadeando como si le faltara el aire.

—Ella… —balbuceó—. Él… ¡Noooo, cielos!

El grito desgarrador de Bianca provocó que una bandada de pájaros abandonara las copas de los altos y estilizados pinos y dio por finalizada la triste escena. Quedó agotada, extenuada, y llorando a mares. Su mano ya no estaba en la urna sino sobre su pecho demostrando la angustia de haber visto algo espeluznante.

El aire pareció volver a la normalidad. El parque en silencio… Todo había terminado… ¿Y ahora qué?

Abracé a mi hermano que cayó de rodillas en la tierra mientras Charles abrazaba a Bianca.

Tanto dolor ocasionado por un ser malvado y sin corazón. ¿Pero quién? ¿Quién sería?

Lenya miró a Bianca a los ojos. Ambos lloraban en silencio. Charles la tomó del rostro y la obligó a mirarlo.

—Querida, mí querida hija… Dime… ¿Ella ha mencionado algún nombre?

Bianca lo miró como si despertara de una pesadilla. Finalmente habló.

—Ella dijo… No me mates, Agravar.

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Encerrados en el despacho junto a Charles, contaba a duras penas a Mijaíl lo ocurrido en el parque. Él estaba consternado. ¿Cómo era que nadie había visto a Agravar en tantos años? ¡Qué bien había sabido ocultarse de todos nosotros! Ahora caía en la cuenta de los asesinatos en Kirkenes… Y todo lo que ignoraría que había ocurrido a causa de su culpa.

—¿Por qué ahora? ¿Qué busca? –pregunté en voz alta confundido.

Charles se levantó del sillón individual de un salto. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera… Su rostro estaba pálido.

—¿Qué busca? A Scarlet busca –murmuró.

—No puede ser –aportó Mijaíl—, se dice que nunca la quiso.

—Es cierto. Mi padre la adoptó porque la había abandonado, a ella y a su madre.

—Quiere jodernos. Siempre odió a Adrien, y esa es la forma que no descanse en paz esté donde esté.

El pánico corrió por mis venas y me puse de pie.

—¡Maldito hijo de puta, no la encontrará así tenga que pelearme con Scarlet y encerrarla en una torre!  —exclamé.

—La profecía… —murmuró Charles—. A eso se refería en la última parte de su carta... Distintas manos tocando la misma melodía… Tú y Lenya lo han hecho, ¿recuerdas, en el piano?

Lo miré apenado. Asentí.

—Después… Él más fuerte llorará en brazos del más débil… También ha ocurrido cuando creíste que Lenya moría.

—La tercera… —hice un esfuerzo para recordar lo que alguna vez me había comentado Charles. Pero él se adelantó.

—Cuando se unan en un bien común…

—¿Todos? ¿No se trata de Lenya y yo?

Me miró con desesperación.

—Es evidente que habla de sus hijos… Pero no de dos. “se unan” para él son los tres. Scarlet incluida. Y me temo… que si luchan contra él no será fácil ponerla en su contra.

Mijaíl comentó disgustado…

—Pero si la abandonó, Scarlet es inteligente.

Charles y yo nos miramos.

—Sí querido, lo es. Sin embargo cuando se envenena a un corazón es peligroso. Y ahora que lo dices, por eso ella me echó en cara una mentira. Ahora sé que fue él.

Mi rostro se descompuso.

—¿Qué tratas de decir, Charles?

—Que es en vano que la ocultemos para que no la halle, es seguro... que ya la ha encontrado.

—No voy a permitir que se la lleve –me exalté.

—Tranquilo Sebastien, ella los adora –dijo Mijaíl.

Charles y yo nos miramos. Nuestras miradas dijeron muchas cosas. Sí, nos adoraba. ¿Y a mí? A mí me odiaba. No la quiero perder…

Charles entendió mi preocupación. Mis ojos brillaron por las lágrimas.

—No te preocupes querido, los hermanos a veces suelen llevarse mal, no por eso dejan de quererse.

Negué con la cabeza mientras la emoción me ganaba.

—No, no me porté bien con ella.

—Por favor, te necesito fuerte. Confía en el amor que sembró a Adrien en su corazón.

—Amor que yo tiré por la borda. Si tan sólo la hubiera tratado mejor.

—No te tortures. Scarlet ha sido difícil.

—No, Bianca siempre me dice que soy terco, altanero, y…

—Basta, no nos servirá tus lamentaciones. No quiero fallarle a mi amigo. La iré a buscar y hablaré con ella.

—Iré yo.

—No querrá escucharte.

—Sí lo hará, al menos… le llevaré algo que dejó en medio de tanto dolor. Las pantuflas que le regalé.

—¿Le dirás que Agravar mató a Halldora? –preguntó Mijaíl.

—No le ocultaré nada, ni siquiera que la quiero con todo mi corazón.

—Deberás esperar que salga de la Jefatura. Es mejor mantener nuestro secreto ya que este canalla desearía que nos descubrieran.

En ese instante el portero sonó.

—¿Quién puede ser? –pregunté.

—Iré a ver –dijo Charles.

Mijaíl se excusó para hablar con Anouk. Me adelantó que su hija menor había comentado que había hallado su vocación y que él le había dicho que se alegraba mucho. Pero cuando Anouk dijo de abandonar el trabajo por el estudio le ordenó que no iba a solventar sus gastos. Mijaíl ya había llegado al máximo de su paciencia por lo tanto Anouk debía trabajar y estudiar al mismo tiempo.

Sonreí a pesar de todo y le aseguré que si hubiera sido un padre tan determinante y firme me hubiera ahorrado más de un problema con Douglas y Numa.

Rio y antes de salir del despacho me dijo un “tú también lo has hecho muy bien”.

Me senté en el escritorio y busqué el móvil para llamar a András. Había problemas con un plano que debíamos modificar y la mitad de las tuberías ya estaban construidas. Sería un gasto que no esperábamos y como socio debía saberlo.

Charles entró con cara de pocos amigos.

—¿Qué ocurre? ¿Quién era? ¿Ron no estaba en el parque?

—Salió a cazar… En la sala hay… una serpiente que necesita hablar contigo.

—¿Qué dices?

—La señorita Vilú Huilliche está en la sala, un tanto… ¿Cómo diría yo? Un tanto destruida en un mar de lágrimas. Dijo algo así como… Agravar me engañó.

Me puse de pie y salí del despacho.

Allí estaba ella, con varios pañuelos descartables en su mano sollozando, sentada en uno de los sofás.

Me acerqué y se puso de pie.

—Oh… Sebastien… Nuestro querido líder de los vampiros.

—Ahórrate las frases halagadoras y puedes sentarte. Dime qué haces aquí y por qué mencionaste a Charles a Agravar.

—Oh Sebastien –cayó de rodillas frente a mí en una escena ridícula—. ¿Podrás perdonar mi torpeza?

—¡Levántate! ¿Qué debo perdonarte? ¿Dónde están tus padres?

—Ella se cubrió la cara llorando amargamente.

—Oh diablos… ¡Los asesinó, Sebastien!

—¿Qué?

—Siii, oh qué horror… Y le abrimos nuestras puertas creyendo que estaba arrepentido.

Observé que no traía maletas, genial… No se quedaría.

—¿Arrepentido de asesinar a Halldora? ¿O de qué otro delito más? –interrumpió Charles observando cada gesto.

—¿Asesinar a quién? –se inquietó—. ¿No digas qué ha asesinado más de nuestra raza? ¿De qué habla tu sirviente, Sebastien?

—Siéntate –dije con voz neutra—. Y no vuelvas a llamar sirviente a Charles.

—Oh… Perdón… Sepan entender... No puedo pensar con claridad… en este momento –sollozó.

—¿Alguna vez lo has hecho? –replicó Charles.

Ella ni siquiera lo escuchó y se dirigió a mí.

—Mis padres han sido asesinados. No he encontrado sus sagrados cuerpos, ¡oooh demonios! –lloró nuevamente.

—¿Cómo sabes que los asesinó?

—Él me lo dijo cuando intentaba matarme. ¡Sebastien! No sé cómo pude escapar. Creo que me ayudó el alma de tu padre.

—No pongas en tu boca el nombre de mi amigo. Te queda grande –protestó Charles.

Ella ignoró a Charles y se acercó a mí.

—Mírame, mis ropas están deshechas, quiso… oh… cielos… Me da mucha vergüenza… Quiso violarme, ultrajarme… Yo… Que soy dama de bien.

—Dama de bien pero tengo entendido que bastante usada.

—¡Charles! –lo reprendí.

—Lo siento.

Ella continuó en su afán de explicar lo acontecido. Agravar se había acercado a los Huilliches para pedir ayuda en una posible reconciliación con nosotros. Deseaba recuperar a su hija y según él sabía que no lo lograría sin pedirnos autorización. Después según ella, sus padres notaron hechos extraños y actitudes que no les gustaba y fue así que Agravar se deshizo de ellos.

—¡Qué suerte has escapado, querida! –dijo Charles con burla—. Debo admitir que terminaré creyendo que eres muy poderosa. Escapar de un vampiro como Agravar, sólo Adrien le hacía sombra.

Ella lo miró con furia pero en ese instante Bianca bajó la escalera.

—Buenas noches.

—Oooh, la dama de los Craig –hizo una reverencia—. ¡Qué honor conocerte! Lo terrible es hacerlo en estos momentos.

—¿Sebastien? –susurró Bianca.

Miré a mi hembra amada y la presenté.

—Ella es Vilú Huilliche. De Chile.

Bianca se acercó preocupada.

—¿Dónde ha ido a parar Scarlet? ¿Cómo está?

—Oh, Scarlet estuvo, sí… Y sinceramente no sé cómo les caerá lo que debo decirles…

—¡Dilo! –enfurecí.

—Por lo que pareció, Scarlet y Agravar están muy unidos. Una de las ocasiones que me enfrenté a Agravar fue por ese motivo. Reclamé que no era de seres dignos tramar algo malo en contra de ustedes. ¡Ustedes, los Craig! Tan perfectos y justos.

Su rostro fue enjugado por un pañuelo.

—Por eso me gané su odio. Dijo que era una idiota con corazón y nunca llegaría a nada. Dicho sea de paso… Me dejó sin nada de dinero, ni joyas. ¡Sebastien! –me tomó la mano sorprendiéndome—. ¡No tengo dónde caerme muerta! ¿Qué será de mí?

—¿Se te ha ocurrido trabajar? –sonrió Charles. —Ella volvió a mirarlo con fastidio para después pedirme algo de dinero.

Bianca se acercó lentamente.

—Primero suelta la mano de mí marido. Segundo, que vueltas que da la vida, ¿verdad? Hace algún tiempo te ufanabas de tu posición y belleza.

—Querida… Sé que eres la hembra de Sebastien, pero aquí el líder es él.

—Mi hembra como tú dices tiene derecho a opinar lo que se le ocurra –protesté quitando la mano entre las de ella.

—Bianca, hija… —dijo Charles—. ¿No sabes si tu amiga especial anda todavía por el parque? Porque podría pedirle un favor.

—Charles… —murmuré para callarlo.

Ella volvió a insistir.

—Sebastien por la memoria de mis padres, no me dejes abandonada. Sólo un préstamo a corto plazo, veré como salir después.

—¡No puedo creerlo, la venganza de los dioses! –sonrió Bianca.

Ella se acercó compungida.

—Bianca… ¿Aún siguen los Craig sin perdonar esa actitud despreciable que he tenido por ser joven e inexperta?

Mijaíl bajó las escaleras con Anouk.

—Oh, ¡los Gólubev! ¿No es así? A Mijaíl lo conozco. Ha visitado Chile con su bella mujer. ¿Y tú? ¿Eres la mayor o la más joven? –se dirigió a Anouk pero ella no contestó, subió escaleras arriba a toda prisa.

Mijaíl terminó de bajar las escaleras en el instante que Sasha salía de la cocina con Margaret, Rose, y Sara.

—¡Oh, señora Gólubev! Está usted como siempre, una dama muy hermosa.

—Gracias –titubeó Sasha asombrada de encontrarse a la hija menor de los Huilliches allí.

Continué la conversación pendiente dirigiéndome a ella mientras Ron entraba a la sala de haber ido a cazar. Su rostro se contrajo y sus ojos endurecieron como pocas veces había visto en Ron.

Ella no lo saludó y creo que él deseaba que no lo hiciera.

—Vilú, supongo que habrás aprendido y cambiado a lo largo de la vida. Y me alegro. Ahora dices que necesitas dinero pero… Tengo un inconveniente. No tengo efectivo ni Bianca tampoco. Tú sabes, nos manejamos con tarjetas de crédito pero… creo tener una solución –sonreí. Miré a Charles y le transmití lo que deseaba con la mente, después ordené—. Ve a buscarlo, Charles. Dile que lo necesito aquí.

Charles asintió con la cabeza y se retiró.

Nadie tomó asiento. Todos no separaban la mirada de Vilú, con desconfianza, con recelo.

Ella siguió contando sobre el asesinato de sus padres. Yo aún no podía creer que mis queridos Licarayén y Cahué habían dejado este mundo en manos de ese asesino. Pero por qué no creerlo. Agravar era de lo peor.

En minutos alguien surgió por el pasillo superior seguido de Charles.

Anthony…

Ella quedó muda, inerte, sin embargo a medida que él bajaba la escalera sus ojos se encendieron por la lujuria.

—Anthony, disculpa las molestias –me excusé con respeto. Como si él fuera el verdadero dueño de casa.

—Buenas noches –saludó casi sin mirarla.

—Te he molestado porque necesito un favor.

Vilú se dio cuenta de lo que intentaba hacer y quedó pálida.

—Dime Sebastien.

—Esta pobre chica ha sufrido el despojo de sus bienes materiales, todos, según ha dicho.

—No tiene donde caerse muerta –agregó Charles. En cuanto lo miré fijo continuó.— Bueno, lo dijo ella, ¿o no?

—El caso es que no estoy en condiciones de prestar dinero y pensaba si serías tan amable ya que tú no tienes problemas en ese aspecto, si… Bueno, si le prestarías algo de dinero para subsistir.

Anthony tenía la mirada clavada en mí. Parpadeó, y entró en el juego.

—Por supuesto, Sebastien.

—Gracias, eres muy amable.

—Me sentaré en el sofá para deleitarme en primera fila –sonrió Charles mientras ella lo miraba con desdén acomodarse entre los almohadones.

—Hazme un lugar a mí también –agregó Ron sonriendo.

No había terminado de decirlo cuando Anouk recorrió el pasillo superior deteniéndose en la escalera. Tras ella Dimitri, y Svetlana con Milenka en brazos siguió sus pasos, con mirada helada fulminó a la Huilliche, y descendió despacio cada escalón como si los contara.

Vilú sonrió fingiendo admiración.

—Los rubios, Góluveb. Svetlana, ¿no es así?

Ella no contestó pero fue acercándose lentamente.

—Eres muy bella y tus dones debes ser muchos, aunque el que debe destacarse es tu buen gusto por los machos.

Chispas salieron de los ojos del “demonio rubio”. Sonrió con altivez y se dirigió a su madre.

—¡Tenme a la bebé!

Sasha cogió como pudo a Milenka llevada por la sorpresa. Sorpresa que no terminaría allí.

No hubo mucho para pensar o impedir. Svetlana avanzó hacia Vilú y con el puño cerrado lo descargó en la mandíbula de Vilú ante la expresión de “oooooh” de todos los que estábamos allí. Claro menos Ron, Anthony, y Charles, que simularon una sonrisa.

La Huilliche voló por encima del sillón cayendo atrás y desapareciendo de la vista por algunos segundos.

—Ay Mijaíl… —dijo Sasha tan dama y educada—. ¿No dirás nada?

—¡Por supuesto, amor! –se dirigió a Svetlana con el ceño fruncido—. Hija, la próxima vez usa la izquierda, eres zurda. Será más efectivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6 comentarios:

  1. Jajaja a la próxima que use la mano que es mas fuerte jaja, que buen golpe le dio, bien merecido se lo tubo, ojala que ellos le puedan abrir los ojos a Scarlet!!

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    1. ¡Hola Lau1 Me temo que por ahora Scarlet está empecinada. Y para colmo su madre no vive para contar lo que ocurrió. El errror fue no hablar con ella desde el principio. Veremos que pasa. Y me alegré por Anthony, se lo merecía. Un besote grande y gracias.

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  2. Uy no esperaba el final . Veamos q ue pasa con Scarlett adoro tu historia

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    1. ¡Hola tesoro! De ahora en más es difícil que adivines en que terminan los capis. Hay mucha revolución en la mansión Craig. Mejor, si es sorpresa valdrá el doble, ¿verdad? Jajaja. Un besito grande y gracias.

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  3. Hola, Lou... Bueno, me parece que Anouk ha comenzado muchas carreras para no acabar ninguna ;-)
    Y me temo que va a tener que subir bastante al autobús... a ver si en otra ocasión puede sentarse ;-)
    Vilú es malísima... me ha horrorizado la paliza que le ha dado a Huan Yue
    Todos lo han pasado muy mal... pero ya saben quién mató a Halldora
    Creo que Agravar ha cometido un grave error al robar a Vilú... la ha puesto en su contra, y ahora Los Craig ya están sobre aviso... aunque hay muchas mentiras
    ¡Vaya puñetazo le ha propinado Svetlana! La verdad es que me ha encantado que lo haga ;-) Y, desde luego, siendo zurda... ¿cómo se le ocurre utilizar su mano derecha? ;-)
    Genial y muy interesante, Lou
    Besos

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  4. ¡Hola Mela! Yo creo que fueron los nervios y la indignación de Svetlana. Y si le hubiera dado más tiempo y no se encontraba en la mansión de los Craig seguro hubiera ajustado más las cuentas. Pero claro, no olvidemos que la Huilliche es muy poderosa... Mejor dejarlo así por ahora.
    Agravar como todo malvado no mide límites y éste es su error, se cree omnipotente. Veremos si es tan así.
    Y Anouk, esta nueva Scarlet esperemos que gae el corazón poco a poco de todos los lectores. Un besazo grande y muchas gracias.

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